Después del Medio Maratón de Elche nos fuimos a lo mejor que tiene el mundo de las carreras: la comida de después.
Elegimos, a propuesta de nuestro querido autóctono elchero, un restaurante que se llama Mar i Merlot. Es un restaurante donde sirven bastantes pinchos, raciones varias, carnes, pescados y algunos arroces.
Comimos en la terraza. Al reducido grupo de corredores le acompañó el sufrido grupo de familiares y el grupo de amantes del atletismo de élite que no llega a ver el final de una carrera ni si lo matan (ellos dicen que lo intentan). Al final, diez adultos y siete niños.
Pedimos seis arroces de pescado, tres para los niños mayores y otros tres para que los adultos también pudieran probarlos. En la carta, el arroz se hacía llamar meloso pero lo que llegó a la mesa era un arroz muy caldoso.
Al arroz le faltaba algo. No estaba mal pero encontramos falta de sustancia.
Luego pedimos, para el centro, ensaladas, tempura de verduras, croquetas caseras, buñuelos de bacalao, mollejas de cordero con ajos tiernos, patatas con mojo picón, alcachofas con huevo poché (que no llegué a probar porque las devoraron mientras estaba en el baño), un pincho para cada uno (en mi caso, anchoa de bota con tomate de Mutxamel) y dos chuletones.
La verdad es que la ensalada no la probé porque llegó casi a última hora y me quise reservar para la carne.
El rebozado de la tempura no me gustó nada. Era demasiado grueso y aceitoso.
Las croquetas (1 por cabeza) y los buñuelos (lástima que sólo quedaran 4 para todos) estaban muy buenos.
Las mollejas con ajos tiernos estaban, a mi parecer, riquísimas así como las patatas (nada de congeladas, por supuesto) con mojo.
Mi pincho de anchoa de bota y tomate de Mutxamel estaba muy rico, también.
Luego llegaron los chuletones y ahí comenzó la fiesta. A la hora de pedirlos, se dejó clarísimo (yo creo que, incluso, llegamos a ser pesados) que uno de ellos debería venir bastante menos hecho que el punto. Incluso se llegó a decir sangrante. Nada de rosado. Casi crudo. El otro debería venir pasadito.
Lo del punto de las carnes en los restaurantes es un clásico. Tú pides una cosa y el de la cocina hace lo que le da la real gana (por no decir otra cosa mucho más explícita). Cuando una carne está poco hecha, se devuelve a la cocina para que la pasen un poco más y problema solucionado. Pero cuando la carne está demasiado hecha la situación es mucho más violenta ya que te obliga a decirle al camarero que coja esa carne y que haga con ella lo que quiera y que te traiga una carne al punto que has pedido.
Desde aquí hago un llamamiento a todos los cocineros del planeta Tierra para que en caso de duda, se queden cortos a la hora de cocinar la carne porque sólo así podremos solucionar el problema.
Cuando vimos aparecer el primer chuletón pensamos que era el que tenía que venir pasadito. Al sector sangriento se nos cayó el alma al suelo cuando el camarero nos dijo que el que venía pasadito saldría enseguida.
Montamos un poco de numerito (pienso que con razón) y el camarero se metió a la cocina a capear el temporal. Él mismo reconoció que el chuletón, de sangrante y casi crudo no tenía nada.
Al final dimos cuenta de los dos chuletones (que por cierto, la carne estaba buenísima) y el camarero nos sorprendió con un solomillo de ternera hecho vuelta y vuelta que se deshacía. Buen detalle.
Luego llegaron los postres que regamos con un moscatel La Palma Blanca D.O. Alicante (muy buen vino dulce). Yo me pedí un coulant con sopa de chocolate blanco perfecto para acabar la comida.
El resto de la comida la acompañamos con todas las botellas de Enrique Mendoza syrah 2007 D.O. Alicante que quedaban (5 en total) y una botella de La Dama D.O. Alicante. Todas ellas servidas a una temperatura excelente.
La carta de vinos la veo algo floja para un restaurante que se apellida merlot. Pensábamos encontrar algo más de oferta. El caso es que con el E.M. nos apañamos perfectamente porque es un vino fantástico.
Toda la fiesta por poco más de 40 Euros por barba. Teniendo en cuenta que los niños también comieron algo, me parece que el precio está muy bien para el homenaje que nos pegamos.
Lástima del incidente del chuletón. Sitio muy recomendable.
La verdad es que el sitio me gustó exceptuando el incidente del chuletón. Aunque es cierto que salió a mi gusto pero no es lo que habíamos pedido. Otra cosa, sin ánimo de ofender a los de Elche, me gustó bastante más Enrique Mendoza que la Dama. Óscar.
ResponderEliminarCreo que toda la mesa piensa como tú. Ahora bien, son 17 Euros contra 10.
ResponderEliminarNo tienen nada que ver el EM Shyraz (monovarietal de dicha variedad de uva) que La Dama que es un multivarietal de 3 tipos de uvas totalmente distinto: Cabernet Suavignon 60%, Monastrel 30%, Petit Verdot 10%.
ResponderEliminarLa Dama es un vino de bouquet algo más tirando a clásico, de más larga crianza y más "rudo". El Enrique Mendoza, EMHO, es un vino más fresco, más mediterráneo, menos complejo que La Dama y, posiblemente, más fácil de beber.
En cualquier caso, esos precios que apuntáis, 17 euros y 10 euros, serán en el restaurante, pues en tienda el Enrique Mendoza citado anda en unos 12-13 euros y La Dama en 6-8 euros. Prácticamente Enrique Mendoza duplica su precio respecto a La Dama y, aunque no siempre lo más caro es lo mejor y lo más bueno, sí es probable que así suceda, por tanto, en este caso juegan en "ligas" (categorías) distintas.
El vino de Faelo compite con Crianzas medios de la DOCa Rioja, Robles de Ribera del Duero y semicrianzas de otras DO... pero difícilmente puede competir con un vino con el que comparte muy pocas características como el Enrique Mendoza Shyraz y que, para más inri, lo duplica en precio.
Con esto no cuestiono los gustos de nadie pues son totalmente respetables siempre pero sólo aportaba estos comentarios para puntualizar y explicar el por qué las diferencias tan abismales (en todo) entre un vino y otro.
Salud!