miércoles, 30 de junio de 2010

Nueva visita al Murri. Sant Vicent del Raspeig.

Espectacular retorno al Murri el que vivimos el sábado pasado para celebrar mi cumpleaños.
Empezamos por unas brevas con foie, ajoblanco y jamón ibérico impresionantes. Seguimos con unas anchoas de bota con guacamole y tomate confitado maravillosas y concluimos los entrantes con un salteado de pulpo con morcilla de arroz artesana y pil pil de ñora que casi nos hace llorar de lo bueno que estaba.
De plato fuerte un entrecot de Angus Beef (de unos 400g) que se cortaba sólo con enseñarle el cuchillo acompañada de unas patatas en láminas y una salsa de maracuyá. Lástima que la carne vino al punto cuando la pedimos menos del punto.
Para regar tan suculentos manjares, Santa Rosa Reserva 2004 D.O. Alicante. Me encanta, sobre todo cuando lleva un rato abierto.
De postres, volcán de chocolate y helado de té de roca y mojito versión postre. El volcán es de los mejores que he probado. Por eso lleva en la carta desde que abrieron el restaurante.
El mojito es un postre mucho más suave y refrescante donde te encuentras el ron en gelatina.
Para acompañar el postre, un Olivares de Bodegas Castaño D.O. Yecla muy contundente.
Como fin de fiesta, un gin tonic de una ginebra que no había probado nunca y que nos pareció exquisita: Martin Miller.
Todo por menos de 70 euros por cabeza. Cambiando el Santa Rosa por un Beryna, precindiendo del gin tonic y compartiendo un postre se puede salir por menos de 50 Euros.
Gran noche en un gran restaurante. El que no hay ido nunca el Murri, no sabe lo que se está perdiendo.

Resumen de Hogueras


Acabaron ya las Hogueras y pocas novedades gastronómicas hemos vivido.
Empezamos el día 20 comiendo en el Koki. Es un bar de los de toda la vida que se encuentra en el Barrio (junto al claustro de la Concatedral de San Nicolás) y donde te sirven picoteo típico: bravas, pulpo, calamares, verduras a la plancha, montaditos.... Está todo bastante bueno y el precio es más que razonable.
Al día siguiente montamos comida en el Corsario donde tomamos unas ensaladas, la Sagrada ensaladilla rusa y arroz de pollo y conejo. Estupendos los arroces.
Un día más tarde, el 22, fui a comer a la aventura con unos antiguos compañeros de trabajo a un bar de la calle Castaños que se llama Casa Gilda. Bastante lamentable. Casi nada de lo que sacaron estaba bueno y el servicio no se carecterizó por la rapidez. Y eso que no habría ni dos mesas más comiendo. Intentaré no volver.
El día 23 volvimos al Corsario donde esta vez pasamos del arroz y nos metimos en el picoteo típico de cuando vamos a comer allí. Es decir, pichas marinas, ensaladilla, calamar plancha, entrecot con ajos tiernos... Magnífico todo y en una calle muy tranquila y con sombrita.
El día 24 acabamos, como viene siendo tradición, en la barraca del Mosca y Mónica donde degustamos un marisco exquisito y una fideua de muy alto nivel. Y en cantidad.
Volveremos el año que viene (si nos invitan, claro).

miércoles, 16 de junio de 2010

Bodega Santa Cecilia. Madrid.

En mi última visita a Madrid me pasé, por fin, por la Bodega Santa Cecilia.
Es un lugar que los amantes del vino y la gastronomía no deben perderse. Es una bodega enorme que se encuentra en Blasco de Garay (Argüelles) y que tiene infinidad de vinos españoles y muchos extranjeros.
Además de vinos podréis encontrar todo tipo de licores, cervezas, aguas, productos gourmet...
Ya sé que las comparaciones son odiosas pero es imposible no pensar en Lavinia cuando se habla de macrobodegas de Madrid. Yo lo tengo claro.
En Santa Cecilia los precios son más ajustados. Si te haces socio (es gratis), te descuentan un 5% en tus compras de lunes a miércoles y un 2% en tus compras de jueves a sábado. Además, tienen aparcamiento propio en la misma tienda.
En favor de Lavinia, diré que hay más vinos extranjeros y que el local es más "fashion". No sólo por el local en sí, sino también por la zona en la que se encuentra.
Pero como a una bodega se va a comprar vino, yo me quedo con Santa Cecilia.
Ya estoy pensando en este próximo sábado en el que haré una visita a recargar mi vinoteca.

Valtosca 2007. D.O. Jumilla.


Hará unas dos semanas probé un vino al que le tenía bastantes ganas. Se trata de un vino de la D.O. Jumilla que se llama Valtosca Syrah 2007. Maravilloso. De los vinos que a mí me gustan. Es un vino que sabe a fruta madura, especiado, cremoso y con un final muy largo. Y con un precio estupendo. Alrededor de 13 Euros.
Me muero de ganas por probar el 2008 que, según dicen, es mejor.

martes, 15 de junio de 2010

Nueva visita a El Llaüt. Campello.


Hará unos diez días que volvimos a El Llaüt. Se confirma que el lugar está muy bien para picar. La oferta es amplia y la calidad incuestionable.
Las entradas muy buenas y el arroz con un punto perfecto. A éste, le eché en falta un poco de fondo aunque la nota final sobrepasa el aprobado con creces.
La carta de vinos se queda bastante corta. En este caso nos fuimos a por un blanco y sólo hay para elegir entre un vino de Alicante, un vino de Rueda y un albariño. Las copas que nos pusieron para el blanco fueron distintas y peores que las que nos pusieron para el tinto.
Servicio muy simpatico y atento.
Si os ofrecen un licor al final, no dudéis en pedir el de higos. Es casero y potentísimo.
Muy recomendable. Volveremos.

martes, 1 de junio de 2010

Lágrimas Negras. Valencia.

Dando una vuelta por los alrededores del hotel vimos el restaurante Lágrimas Negras que nos llamó la atención por su carta tanto de comida como de vinos.
Entramos pronto y no había casi nadie. Acabó lleno y con más gente que se tuvo que quedar en la calle.
El local está decorado en plan modernillo y el aire acondicionado iba a toda pastilla. Qué frío!
Pedimos anchoas de bota con salmorejo, pastelitos de pasta brick con morcilla, ensalada de queso de cabra y mermelada de tomate y solomillo con salsa de foie. Todo delicioso.
Para beber un Icono Cabernet Sauvignon 2007 D.O. Valencia servido estupendamente. Bodega destacable. En algunos vinos te indican la puntuacion en la Guía Peñín.
A 30 Euros por cabeza.
Muy recomendable.

Meliá Valencia.


Hotel situado a poquísimos metros de la Ciudad de las Artes y las Ciencias.
Es muy moderno y con una decoración muy cuidada. Las habitaciones están muy bien. Son cómodas, con un baño amplio y hay wifi gratuito.
El desayuno muy completo y de calidad. Caro 17 euros por barba aunque con la tarjeta del programa Mas de Sol Meliá sólo se paga uno.
Frente al hotel hay un centro comercial muy grande quu se llama Aqua y un Corte Inglés.
Volvería a este hotel sin duda si tuviera que regresar a Valencia.

El Llaud. El Campello.


El Llaud es un restaurante que está en la carretera de Benimagrell casi llegando a las vías del tranvía en Muchavista. Tiene una decoración muy marinera como su propio nombre indica.
Mi hermana lo visita muchísimo y ese día que fuimos a visitarla, probamos ya que hacía tiempo que nos dijo que teníamos que ir.
Grata sorpresa.
Nos pedimos unas bravas caseras espectaculares. Muy curradas y buenísimas.
Luego una ensalada bastante fuera de lo normal (como casi todas as que sirven) también buenísima.
Luego pedimos un hojaldre de la yaya relleno de algo parecido a la ropa vieja que estaba mortal.
Y finalmente, arroz a banda con bastantes tropezones. Buenísimo de punto y de sabor aunque me dio la impresión de que llevaba romero (además, en exceso) con lo que se me hizo un poco extraña esta mezcla de pescado y romero.
De postre un strudel de manzana maravilloso y una espuma de turrón muy buena.
Todos los platos muy decorados y trabajados.
Para beber, Ceres 2006 D.O. Ribera del Duero servido a perfecta temperatura y en copas adecuadas.
No pagué yo pero viendo la carta, los precios me parecieron muy razonables y más si tenemos en cuenta que está a 50 metros de la playa.
Según me cuenta mi hermana, la rapidez a la hora de servir ha mejorado mucho ya que tengo entendido que hace algún tiempo era desesperante. Además, el servicio es muy atento y agradable.
Muy recomendable.

Nueva York IV


Ultimo día en Nueva York.
Para ese día nos dejamos la obligada visita al Empire State Building , un paseíto por Greenwich Village, el mercadillo del Soho y una vueltecilla por Little Italy y China Town que están juntas.
Nada más desayunar nos fuimos al Empire State Building. Subimos al mirador del piso 86. Hay otro en la 102 que es más pequeño, tiene más cola y es más caro.
El edificio me gustó mucho. Está lleno de conserjes con sus uniformes granates que te conducen hasta los ascensores a través de un laberinto de pasillos. Primero llegas hasta el piso 80 y de ahí se coge otro ascensor hasta la planta 86.
Yo pensaba que el ascensor iba a tirar a lo bestia hacia arriba pero la verdad es que no se nota nada. Va suave como la seda. Apenas una leve sensación en los oídos.
Una vez arriba, la vista es alucinante. No tuvimos muy buena suerte porque había bastante bruma pero con lo que vimos nos dimos por satisfechos.
Creo que es obligada la visita a este edificio.
En cuanto bajamos, taxi hacia Greenwich Village para dar un paseo por este barrio tan agradable. Nos tomamos dos cervezas por 18$ y a seguir paseando rumbo al Soho.

En el Soho montan un mercadillo los domingos por la mañana donde se puede comprar de todo un poco. También hay un montón de puestos de comida de bastantes nacionalidades distintas.
De allí nos fuimos a Little Italy. Me recordó mucho a la película de El Padrino porque las calles están casi igual y toda la gente de los restaurantes habla en italiano. La pinta de la comida, estupenda.
China Town linda con Little Italy y le está ganando terreno. La verdad es que lo de China Town me impactó bastante. Es muy grande y está lleno de chinos por todos los lados. Todos los carteles en chino y muy pocos (casi ninguno) en inglés.
Se ven unos productos en las tiendas de alimentación super extraños y pescados rarísimos en las pescaderías.


Comentar que creo que no he visto tanta mierda junta en mi vida. No compraría carne o pescado en este barrio ni muerto. Lo mismo digo de los restaurantes que vimos.
Después del shock, taxi y hacia el hotel para comer algo rápido.
A las cinco de la tarde venía un coche a llevarnos al aeropuerto para volar hacia Madrid.
El vuelo se movió bastante más que a la ida según me contaron. Un Trankimazin y dos
Valium después de la terrible cena hicieron que me despertara aterrizando en Madrid con un nefasto desayuno servido a bordo.
El vuelo de Madrid a Alicante fue todavía más divertido porque coincidió con una granizada espectacular que hizo que el avión pegara unos tumbos tremendos y una joven perdiera los papeles teniendo que aparecer una azafata para calmarla.
Al final, todos sanos y salvos y con ganas de volver a esta ciudad espectacular.
Personalmente creo que es de esos lugares que hay que visitar obligatoriamente.
Otro día haré una entrada sobre las cosas que más me llamaron la atención y alguns consejillos por si algún día os apetece cruzar el charco.