
A las 9 de la mañana comenzó nuestra cita anual con el Maratón de Madrid (y ya van cinco en mi caso). Este año, como el año pasado, sólo fuimos a correr Óscar y yo.
Óscar venía con pocos kilómetros en las piernas y la cabeza no la tenía muy predispuesta a acabar. Y para acabar un maratón hay que llegar con la cabeza muy pero que muy dispuesta a acabar porque los últimos kilómetros se corren con la cabeza más que con las piernas.
Este año había conjuntamente con el Maratón, una carrera de 10 km que se separaba del recorrido del Maratón allá por el km 4 ó 5.
Esto significaba que desde la salida hasta esa separación, el peñón que había subiendo la Castellana era exagerado.
A la carrera de 1o km acudió Haile Gebrselassie (recordman de Maratón y un montón de cosas más). Para que os hagáis una idea de como corre este tío, cuando nosotros no habíamos llegado al km 2, él ya estaba en el km 7. En nuestra descarga, comentar que desde que dieron la salida hasta que pasamos por debajo del arco de salida, pasaron casi 10 minutos.
El ambientazo era espectacular como siempre. Había gente de todas partes. Vi mucho italiano, francés y americano. Varios suecos, alemanes, mexicanos, venezolanos.....
La verdad es que este maratón es una fiesta. No sé cómo serán el resto de maratones de España pero éste es alucinante por la gente que se tira toda la mañana animando y por los propios corredores que te ayudan durante toda la carrera.
El Maratón de Madrid es el más duro de España por todas las cuestas que tiene el recorrido pero a mí me encanta correrlo por la animación que tiene. El paso por la Gran Vía, Callao, la Puerta del Sol, el Palacio Real, Príncipe Pío, Lago, la Puerta de Alcalá y la llegada en el Retiro no se puede describir con palabras. Ver como la gente se desgañita por animar a unos tíos a los que no conoce de nada es una sensación muy emocionante.
Ayer, además, el calor fue infernal desde casi el principio de la carrera. Cuando entré en meta había 28 grados.
Empezamos tranquilitos por la cantidad de gente que había y allá por el km 5 ó 6 ya fuimos pillando ritmo de carrera. Un poco más adelante, Óscar se quedó y me fui solo para adelante. En el km 13 estaban esperándonos Gloria, Nani y Óscar Jr (pedazo de maratón que se pega esta gente para animarnos). Luego llegó el paso por Fuencarral, Gran Vía, Callao (con una banda de música espectacular), Preciados, Puerta del Sol, Mayor (con sus peligrosísimos adoquines), Bailén, la Almudena, el palacio Real, Ferraz y otra vez estaban allí Gloria, Nani y little Óscar (momento al que corresponde la foto de debajo magistramente hecha por Nani) justo antes del Medio Maratón (pasé en 1:50:23). A juzgar por la foto, Gloria se apuntará el año que viene.
Hasta aquí todo iba como la seda. Llegué al km 21 cantando habaneras (mención aparte el dolor que tenía en los pezones, como se puede apreciar en la foto). Lo que comentaba antes sobre tener la cabeza en su sitio en un maratón es una verdad como un templo. Hace dos semanas, en el Medio Maratón de Elche allá por el km 17 íbamos pidiendo la hora. Si en aquel momento nos llegan a decir que nos faltan aún 25 km para acabar, nos habríamos parado a llorar sin remisión.
Y os puedo asegurar que el entrenamiento de estas dos últimas semanas no ha sido el responsable de poder acabar una carrera de 42km en vez de una de 21.
A partir del km 21 y hasta el 27 todo perfecto. En el 28 empecé a sentirme un poco raro (probablemente por el calor que hacía en la Casa de Campo). Se me pasó en el 30 y fui otra vez de lujo hasta el 35 en el que pegué la petardá.
El calor era asfixiante y cometí el error de tomar un vaso de bebida isotónica en lugar de agua que me dejó la boca pegajosa. El 36 fue un horror. El 37 bastante mejor. El 38 mal otra vez. El 39 mejor que el 38. El 40, con la subida de Alfonso XII fue un suplicio. El 41 con la subida por la Calle de Alcalá, una prolongación del 40. La entrada al Retiro con el 42 y toda la gente animando hicieron que este km fuera muy, muy bien. La entrada en meta, tocar el cielo.
Mi objetivo era bajar la marca del año pasado (3:47 y algunos segundos, no sabía cuántos). Hasta el 34 tenía claro que lo haría. A partir del 35 empecé a verlo de color castaño. Allá por el 38 me temía lo peor. En el 40 tenía claro que ni de coña bajaría esa marca por poco tiempo. Iba muy justo.
Aquí es cuando la cabeza vuelve a hacer de las suyas. ¿Para qué coño voy a matarme en estos dos km que me quedan si no voy a lograr mi objetivo? Y la tentación de acabar andando y mandarlo todo a freír puñetas se hace muy fuerte.
En la entrada del Retiro, cuando quedaba un kilómetro y 195 metros (que a nadie se le olviden los 195 metros finales) me invadió una rabia tremenda por no poder bajar la marca después del carrerón en solitario que había hecho con todo el calor que hacía y me salieron fuerzas de no sé dónde y empecé a correr como no hacía desde el km 34.
Al final 3 horas, 47 minutos y 18 segundos. Un segundo menos que el año pasado.
Muy grande. El año que viene, si no pasa nada, otra vez.
Para que os hagáis una idea de cómo estaba mi cuerpo, al entrar en meta me metí un Powerade de medio litro blanco, uno azul, uno rojo, uno amarillo, dos botellas de agua y una caña de Laiker (lástima que ya no den Mahou Clásica como en el primer maratón de Madrid que corrí).
Y a ver si el año que viene os apuntáis alguno más a animar.