
Ayer, a eso de las 10 y media de la mañana dio comienzo el XXVI Medio Maratón de Benidorm. A la carrera acudimos Óscar y yo ya que Javi estaba lesionado en su gemelo y el Mosca sigue intentando coger la forma. Yo me planté con el temor a que mi tobillo izquierdo (el de siempre) me hiciera abandonar ya que llevaba dos semanas dándome más guerra de la que me gustaría.
Antes de llegar al km 6 se confirmó la tragedia. Un latigazo en el tobillo dio al traste con toda la ilusión que tenía por acabar el primer medio maratón de la temporada.
Me fastidia bastante ya que nunca me había retirado de una carrera pero me lo que más me duele es que no sé cuándo va a ser la próxima carrera que pueda acabar. Tendré que ir al traumatólogo a ver qué me recomienda.
Óscar acabó con un crono de 1h49m, marca muy digna para ser la primera media de esta temporada.
Para continuar con desastres, el tema de la organización de esta carrera es bastante lamentable. Es una carrera en la que corren el doble de personas que hace 4 ó 5 años y siguen poniendo los mismo medios que antaño. La zona de llegada es insuficiente, el reparto de las bebidas está mal organizado, la entrega de camisetas es lamentable (Óscar optó por no recogerla) además de un largo etcétera. La actitud de los voluntarios es de agradecer pero los pobres no pueden con la que se les viene encima cuando van entrando en meta los casi 3000 participantes. Para colmo, las duchas están bastante lejos y el caos que hay para llegar en coche hasta ellas hacen que salgas de la ducha casi dos horas después de haber terminado la carrera.
Como a perro flaco todo son pulgas, el tema de la comida fue el remate a tan aciago día para mi persona. El sitio en el que íbamos a comer estaba cerrado por razones que no vienen a cuento.
Finalmente, acabamos en un asturiano que pertenece a una cadena de sidrerías que se llama La Sidrería Escondida.
A la hora de pedir, decidimos pedir al centro para todos. Empezamos con unas croquetas de cabrales y otras de jamón que seguro no pasarán a la Historia. El chorizo a la sidra era sin duda el peor de los que he comido últimamente. Fijaros si era malo, que Ruy dijo, después de probarlo, que no quería más (cuando él sólo es capaz de comerse uno o dos enteros).
Seguimos con unas patatas al cabrales y otras bravas penosas. Las patatas eran congeladas. Y de las malas.
Para suavizar, pedimos la ensalada "escondida" a base de lechuga, gulas, ahumados y agua. Mucha agua. No hay cosa que más moleste en una ensalada que el agua de lavar la lechuga.
La carne a la piedra.... pues bastante mediocre, la verdad. Para beber, sidra y alguna cerveza.
Los postres terminaron de rematar la fiesta. Unos 26 € por cabeza.
Intentaré no volver jamás.